Blogia
QUE VEA EL SOL

Historia de San Sebastian

Historia de San Sebastian
Sebastián fue uno de los muchos soldados romanos cristianos que por su fe a Jesucristo fueron martirizados. Desgraciadamente, sólo podemos conocer la historia de San Sebastián a través de las actas de su martirio que fueron escritas un par de siglos más tarde. En casi todas las actas de los martirios de santos y santas, a menudo el escritor pone "mucho más pan que condimento"; es decir, aunque en lo esencial el mensaje es correcto, se añaden en los textos, toda una serie de detalles que intentan embellecer la vida de un santo y que a menudo no son probablemente comprobables.
 
Un soldado de dos ejércitos

Nuestro patrón nació en Narbona (Francia) a mediados-finales del siglo III, pero ya desde muy pequeño sus padres se trasladaron a Milán, por lo que que creció y se educó en esta ciudad romana. Su padre era militar y noble y él quiso seguir sus pasos en la carrera militar, llegando a ser capitán de la primera corte de la guardia pretoriana, un cargo que sólo se daba a personas ilustres. Su dedicación a esta carrera le valió los elogios de todos sus compañeros y principalmente del emperador Maximiano. Cabe recordar que el imperio romano era gobernado en Oriente por Diocleciano y en Occidente por Maximiano. Lo que ignoraba Maximiano era que Sebastián era un cristiano de todo corazón. Aunque cumplía con toda disciplina las tareas que le encomendaban, no tomaba parte en los sacrificios a los dioses ni en otros actos que fueran de idolatría. Siempre que podía, visitaba a los cristianos encarcelados, ayudaba a los más débiles, a los más necesitados... podríamos decir que era soldado de dos ejércitos: el de Roma y el de Cristo.

Sebastián y los arqueros

Maximiano emprendió desde su mandato una depuración de elementos cristianos en sus tropas expulsando a todos los soldados cristianos de su ejército. Cabe decir que el ejército romano era voluntario, sólo era obligatorio para los hijos de militares como es el caso de nuestro amigo Sebastián. Su forma de compaginar los dos ejércitos (el romano y el de Cristo) le duró unos cuantos años hasta que un soldado, celoso por la alta posición que desempeñaba Sebastián en la tropa, lo denunció. Maximiano se sintió traicionado por Sebastián después de la confianza que le había depositado. Rápidamente le llamó y le obligó a elegir entre seguir siendo cristiano o a continuar en el ejército. Ante tal situación, Sebastián le comunicó que no quería renunciar a sus creencias cristianas y el emperador adoptó la decisión de matarlo. Pero ... amigo fiñanero, la forma con que quiso matar Maximiano a Sebastián fue brutal, ya que eligió a un grupo de sus mejores arqueros, ¡¡¡ para que nuestro santo fuera muerto a base de flechazos!!! Dichos arqueros lo desnudaron, lo llevaron al estadio de Palatino, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de flechas. Cuando habían finalizado este sangriento acto se marcharon como si nada hubiera pasado.

Irene, una mujer providencial

La tradición de la vida de San Sebastián no finaliza aquí. Una cristiana de nombre Irene, que apreciaba los consejos cristianos de Sebastián, junto a otro grupo de amigos suyos que conocían el sitio en el que se encontraba el santo, se trasladaron a aquél lugar y con asombro pudieron comprobar que el cuerpo yacía aún vivo. Lo desataron y lo llevaron a casa de Irene que lo escondió en su propia casa y le curó las heridas. Pasado un tiempo, nuestro santo quedó restablecido y aunque sus amigos y amigas le recomendaron que se fuera de Roma, él quiso continuar su proceso de evangelización. En vez de esconderse tuvo la valentía de presentarse de nuevo a Maximiano quien quedó asombrado ya que lo creía muerto. Le rogó que dejara de perseguir a los cristianos, pero el emperador, como te puedes imaginar, no le hizo ni caso y llamó a unos soldados para que lo azotaran hasta que falleciera. Los soldados romanos, cogieron el cuerpo y lo echaron en unas de las cloacas más grandes de Roma. El cuerpo fue recuperado de noche nuevamente por los cristianos, con Irene al mando, que lo enterraron en un cementerio subterráneo de la Vía Apia. Más tarde, la Iglesia Romana construyó en la parte posterior de la catacumba, un templo en honor al santo, la Basílica de San Sebastián, que todavía hoy existe y que recibe gran veneración entre todos los romanos y todos los devotos de nuestro amigo. También existe otra capilla en el Palatino.

Protector contra la peste

San Sebastián fue por excelencia el santo más invocado para que protegiera a los pueblos de epidemias, especialmente de la peste. El culto a San Sebastián como protector contra la peste data de muy antiguo. En el año 680, la ciudad de Roma estaba infectada de esta epidemia y los ciudadanos construyeron un altar con la imagen del santo en la basílica de San Pedro. La gente fue a invocarle y, según se dice, la peste cesó de inmediato. Este hecho se divulgó rápidamente por todo el mundo y desde entonces fue invocado en todas partes. También recibieron la ayuda del santo ciudades tan importantes como Milán (1575) y Lisboa (1599). En España son innumerables las ermitas y capillas dedicadas en su honor y muchos templos parroquiales tienen una imagen o un altar de San Sebastián.

Patrón de Fiñana

Fue habitual que en los siglos XV al XVII, muchas poblaciones afectadas por la peste en España se ampararan a San Sebastián y realizaran un Voto (promesa) si el santo los liberaba de dicha epidemia. Es por este motivo que el día de San Sebastián (20 enero) se celebran en muchas localidades oficios religiosos para agradecer al santo su intercesión ante Dios.
Fiñana hizo este Voto y nombró a San Sebastián su patrón a finales del siglo XVI.

0 comentarios